miércoles, 29 de abril de 2015

Por la Cáritas

Un estado aconfesional contribuyendo a la financiación de la Iglesia (católica, por supuesto, ni hablar del resto de religiones pecadoras que arderán en el infierno) y teniendo en cuenta sus valores a la hora de legislar. Con dos huevos como dos catedrales. Hace unos días leí un artículo en ABC que decía
que el nivel de cultura había caído cuesta abajo y sin frenos en los estudios de Historia del Arte y demás porque, ojo a lo que viene, se estaba sacando la religión de la escuela pública y eso empobrecía la cultura. Y sin anestesia. No es que espere otra ideología de ABC, of course, pero no sé, llamadme ilusa o cualquier cosa parecida, pero esperaba que la gente en algún momento de estos últimos dos mil años decidiera levantar la cabeza, dejara de mirar el barro de sus zapatos y pensara un poco por y en ellos mismos y actuara. Aunque, como siempre, llego a la conclusión de que como conjunto damos verdadero asco. La masa no quiere ni libertad ni razón ni lógica ni nada que se le parezca. Prefiere siempre la ficción, la mentira tranquilizadora, la religión. No me hago muchas ilusiones sobre los motivos de la gente para hacer lo que hace. Es más, en el noventa por ciento de los casos los motivos de la gente se reducen a tres cosas: miedo, dinero y sexo. Y casi siempre en ese orden. Para no salirnos de la línea, la religión persiste por el primer y gran motivo: el miedo.

Durante siglos, la humanidad buscó consuelo a sus más profundas angustias, pero todas las respuestas lógicas, racionales, se quedaban pequeñas ante la muerte. Ante la impasibilidad de la naturaleza ante el sufrimiento humano. Hasta que llegó el primer iluminado. No se sabe quién, pero alguien descubrió "la verdad". Una verdad que a todos servía. Una verdad que daba, sino respuesta, al menos consuelo como respuesta a los temores de los primeros hombres. Así que, estos iluminados defendieron esta idea, esta verdad, hasta con su sangre. Y siguieron con la sangre de los demás. Y con mentiras, después. Con lo que hiciera falta. Y, ojo, hasta cierto punto lo entiendo. El hombre siempre ha buscado dominar todo aquello con lo que se topa. Supongo que es una tendencia natural el aspirar a controlar nuestro entorno, pero no debería aplicarse a control sobre el resto de seres humanos, y menos todavía sobre sus creencias.

En fin, y todo esto a qué viene, os preguntaréis. Qué mosca cojonera le ha picado ahora a la petarda insufrible esta. El obispo de San Sebastián me ha picado. José Ignacio Munilla que se llama el iluminao. Y volviendo a las primeras frases de la entrada: sacar la religión de las aulas empobrece la cultura. ¿Y qué entienden estos señores por cultura? Pues sentaos, por favor, que vienen curvas. Para el iluminao de San Sebastián la masturbación es "violencia sobre el cuerpo". Supongo yo que este hombre irá a tal velocidad y potencia que se hará fuego, porque sino... Y además, sigue "hacerlo introduce un patrón de comportamiento (...), una vivencia mecanizada, automática, rápida y despersonalizada que convierte el cuerpo en algo que manipular". Hasta aquí parece que es casi normal, dentro de lo que se espera por normal en un tío que vive de la Iglesia (leáse impuestos de todos). Pero, ojo, para qué quedarse ahí pudiendo añadir que: "las mujeres a consecuencia de la <<revolución sexual>> reproducen modelos de comportamiento masculinos y también entran en este desorden con cierta frecuencia". Di que sí. Chicas, que si os masturbáis es porque estáis copiando a los hombres. Y que además es porque tenéis un desorden mental. Vosotras. No los que creen que es pecado.

Este iluminao ha publicado un libro de 165 páginas en el que no le ha quedado huequito para hacer recomendaciones de métodos anticonceptivos ni para evitar enfermedades porque claro, según él "no existen relaciones seguras", pero sí ha encontrado sitio para considerar a los homosexuales "depravaciones graves".  Lo de violar niños ya tal.

¿Lo peor de todo esto? Que esta gente vive del puñetero cuento. Cada persona residente en España, sea católica, musulmana, atea, hindú o extraterrestre, da, queriendo o sin querer, paga a la Iglesia Católica. Están libres de pagar impuestos como el IBI, el de obras, el de sociedades... Además de recibir una asignación vía IRPF (bueno, dos...) una para financiación del culto y el clero (que me toca los ovarios a dos manos) y otra para fines sociales (que se supone que es la parte que va a Cáritas, ¿pero sabéis cuánto dan a Cáritas en realidad? No llega al 4% de lo que Cáritas recibe). En el ámbito de la enseñanza, que, por cierto, los profesores los eligen los obispos, no como al resto de profesorado, la Iglesia recibe del Ministerio de Educación y sus conserjerías unos 610 millones de euros. Que digo yo... que si el profesor lo eliges tú, lo pagas tú ¿no? Capellanes de los hospitales, en cárceles, museos en poder de la Iglesia, catedrales, colegiatas, monasterios, terrenos rústicos o urbanos, viviendas, joyas, cuadros, arte sacro, donaciones de suelo público... Vamos, que sumando entre una cosa y otra hay cifras que señalan 11.000 millones de euros al año. Repito. 11.000 millones de euros.


Si mis vicios me los pago yo. Tus vicios tú. La Iglesia no es necesaria en un estado aconfesional. No debería recibir ni mejor ni peor trato que otras religiones. No debería recibir un duro del estado. Si quieres ir a la Iglesia, genial, págala tú. No me hagas pagarte tus ilusiones y tus bellas mentiras.

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