miércoles, 24 de septiembre de 2014

#HeForShe

Hoy no voy a hablar yo. Hoy va a hacerlo Emma Watson. Sí, "la de Harry Potter". Por favor, tomad doce minutos de vuestra vida para intentar entender un poco mejor la situación y, de paso, que Hermione Granger os dé una lección a más de uno (y una, que es lo peor) sobre lo que nos pasa por la cabeza a muchas mujeres.


“Hoy lanzamos la campaña HeForShe. Me dirijo a vosotros porque necesito vuestra ayuda. Debemos intentar movilizar al mayor número posible de hombres y jóvenes para que sean defensores del cambio. No sólo queremos hablar de ello. Queremos intentarlo y asegurarnos de que es tangible.

Me nombraron Embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres hace seis meses. Cuanto más hablaba de feminismo, más me daba cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres se ha convertido demasiado a menudo en un sinónimo de odio contra los hombres. Si hay algo que sé con certeza es que esto tiene que finalizar. Para que conste, el feminismo por definición es la creencia de que los hombres y los mujeres deberían tener igualdad de derechos y oportunidades. Esta es la teoría política, económica y social de la igualdad de sexos.

Cuando tenía ocho años, me llamaron mandona porque quería dirigir una obra de teatro que habíamos organizado para nuestros padres. Cuando tenía 14 años, empecé a ser sexualizada por ciertos elementos de los medios de comunicación. A los 15, mis amigas empezaron a dejar los equipos de deporte porque no querían parecer masculinas. A los 18, mis amigos varones no podían expresar sus sentimientos.

Decidí que era feminista. A mí no me resultó complicado, pero mis recientes investigaciones me han mostrado que el feminismo se ha convertido en una palabra poco popular. Las mujeres están eligiendo no ser identificadas como feministas. Aparentemente, esa expresión es percibida como demasiado fuerte, demasiado agresiva, aisladora, anti-hombre, e incluso inatractiva.

¿Por qué esta palabra se ha hecho tan incómoda? Creo que es un derecho que me paguen lo mismo que a mis compañeros hombres. Creo que es un derecho que pueda tomar decisiones sobre mi propio cuerpo. Creo que es un derecho que las mujeres estén involucradas por mí en las políticas y decisiones que afectarán mi vida. Creo que es un derecho que socialmente, se me ofrezca el mismo respeto que a los hombres.

Pero tristemente, puedo decir que no hay ni un solo país en el mundo en el que las mujeres puedan esperar estos derechos. Ningún país del mundo puede decir todavía haber conseguido la igualdad de géneros. Estos derechos están considerados como derechos humanos pero soy una de las afortunadas.

Mi vida es un privilegio porque mis padres no me quisieron menos porque naciera niña. Mi colegio no me limitó porque fuera niña. Mis profesores no asumieron que llegaría menos lejos porque daría a luz a un hijo algún día. Estas influencias son las embajadoras de igualdad de género que me han hecho lo que soy ahora. Pueden no saberlo pero son las feministas involuntarias que necesita el mundo hoy. Necesitamos más de ellas.

Si seguís odiando la palabra, no es la palabra lo que es importante. Es la idea y la ambición que hay detrás de ello, porque no todas las mujeres han recibido los mismos derechos que yo. De hecho, estadísticamente, muy pocas lo han conseguido.

En 1997, Hillary Clinton hizo un famoso discurso en Pekín sobre los derechos de las mujeres. Desafortunadamente, muchas de las cosas que ella quería cambiar siguen existiendo hoy en día. Lo que me llamó la atención es que menos del 30% de la audiencia eran hombres. ¿Cómo podemos lograr el cambio en el mundo cuando sólo la mitad está invitada o se le recibe para participar en la conversación?

Hombres, me gustaría aprovechar esta oportunidad para extenderos una invitación formal. La igualdad de géneros es vuestra cuestión también. Porque hasta la fecha, he visto el papel de mi padre poco valorado por la sociedad. He visto a hombres jóvenes sufrir enfermedades mentales, siendo incapaces de pedir ayuda por miedo a que ello les haga menos hombres. De hecho, en el Reino Unido el suicidio es la mayor causa de muerte de los hombres entre 20 y 49 años, eclipsando los accidentes de tráfico, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. He visto a hombres sentirse frágiles e inseguros por lo que se considera éxito masculino. Los hombres tampoco tienen los beneficios de la igualdad.

No hablamos muy a menudo de los hombres siendo presos de estereotipos de géneros pero puedo ver que existen. Cuando sean libres, las cosas cambiarán para las mujeres como consecuencia natural. Si los hombres no necesitan ser agresivos para ser aceptados, las mujeres no se verán obligadas a ser sumisas. Si los hombres no necesitan controlar, las mujeres no tendrán que ser controladas.

Tanto los hombres como las mujeres deberían sentirse libres para ser sensibles. Tanto los hombres como las mujeres deberían sentirse libres para ser fuertes. Es hora de que veamos los géneros como un espectro en lugar de dos ideales opuestos. Deberíamos dejar de definirnos por lo que no somos y empezar a definirnos por lo que somos. Podemos ser más libres y esto es de lo que trata HeForShe. Es sobre la libertad. Quiero que los hombres acepten la tarea para que sus hijas, sus hermanas y sus madres puedan ser libres de prejuicios pero también que sus hijos tengan el permiso de ser vulnerables y humanos también que reclamen partes de ellos que habían abandonado, y con ello, sean una versión más verdadera y completa de ellos mismos.

Podréis pensar: ¿Quién es esta chica de Harry Potter? ¿Qué hace en la ONU? Yo también me lo he estado preguntando a mí misma. Todo lo que sé es que me preocupa este problema y que quiero mejorarlo. Y habiendo visto lo que he visto, y teniendo esta oportunidad, siento que es mi responsabilidad decir algo. El estadista Edmund Burke dijo que todo lo que necesita para que triunfen las fuerzas del mal es que los hombres buenos y las mujeres buenas no hagan nada.

Mientras me ponía nerviosa por este discurso y pasaba mis momentos de duda, me decía a mi misma firmemente: Si no soy yo, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo? Si se os asaltan dudas cuando una oportunidad se os presenta a vosotros, espero que estas palabras os ayuden. Porque la realidad es que si no hacemos nada, nos llevará 75 ó 100 años antes de que las mujeres puedan esperar ser pagadas lo mismo que los hombres por el mismo trabajo. 15,5 millones de niñas se casarán siendo niñas durante los próximos 16 años. Y al paso que vamos, no será hasta 2086 cuando todas las niñas africanas de zonas rurales puedan tener educación secundaria.

Si creéis en la igualdad, podéis ser una de las feministas involuntarias de las que hablaba anteriormente y por eso os aplaudo. Debemos luchar por un mundo unido, y la buena noticia es que tenemos una plataforma. Se llama HeForShe. Os invito a dar el paso, ser vistos y preguntaros: si no soy yo, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo? Gracias.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Novela en construcción. Fragmento C7

Cuarenta minutos más tarde, Pablo ocupaba el asiento del copiloto.
Miguel observó con atención cada uno de los gestos de su compañero hizo desde que lo vio salir del portal, intentando leer en su rostro una pista sobre cómo había ido la cena con Lucía, pero Pablo se limitó a saludarlo con un gesto de cabeza cuando reconoció el coche y un seco “hola” cuando subió. Encendió la radio en cuanto Miguel arrancó el motor, cortando así cualquier intento del joven rubio de iniciar una conversación. Jenny from the block retumbó en los altavoces.

-          ¿Dónde es? – preguntó cuando por fin decidió hablar tras quince minutos de conducción silenciosa.
-          En Marbella. Nivel uno, algo sencillo. Tenemos que averiguar dónde esconde un viejo ricachón a Cristina y Anita.
-          ¿Ha secuestrado a dos chicas? – preguntó Pablo abriendo los ojos totalmente escandalizado.
-          No, hombre, no seas fatalista. He dicho nivel uno – mirándolo como si eso lo explicara todo. – Es el nombre de una embarcación pequeña. No sabemos exactamente de qué tipo, ni en qué puerta está atracada, si es que están en un puerto y no escondida en algún otro sitio. A bordo contiene unos ficheros con datos muy importantes para La Compañía, parece ser que ha descubierto a qué se dedican algunos de nuestros  buscadores y planea chantajearlos. Hay que recuperar o destruir esos documentos, pero para eso tenemos que localizar antes a Cristina y Anita.
-          ¿Y qué pasará con él?
-          ¿Con quién?
-          Con el viejo ricachón.
-          No lo sé. Tampoco me importa, sinceramente. Es un tío que no sabe lo que quiere, pero que está dispuesto a todo para conseguirlo. Se merece lo que le pase. Creo que tiene tratos con la mafia rusa por toda la costa – agregó encogiéndose de hombros. – Ésta preocupación por el objetivo no es habitual. ¿Tiene algo que ver con tu cena de anoche con tu amiga? ¿No fue bien?
-          Fue mejor de lo que esperaba – admitió Pablo. – Se lo tomó con bastante… diplomacia. Y apenas hizo preguntas, aunque esta mañana me advirtió que tenía muchas y que me haría más cuando nos viéramos de nuevo.
-          Espera, espera – interrumpió Miguel con una sonrisa flotándole en los labios. – No sé si he oído bien. ¿Has dicho esta mañana?

Pablo no consiguió reprimir una sonrisa y se pasó la mano por el pelo mientras asentía.

-          ¿Vuelve a pasar la noche contigo y tú lo calificas como “se lo tomó con diplomacia”? ¡Eres un cabrón con mucha suerte! Si su primera reacción ha sido esa, con el tiempo solo puede mejorar. ¡Lo has conseguido!
-          No es tan sencillo, Miguel. Me está dando una tregua. Quiere creer mis palabras, mis explicaciones, y está frenando sus dudas y su curiosidad natural. En algún momento llegarán sus preguntas, y estoy seguro de que serán lo suficientemente afiladas como para poner en apuros esta precaria situación.
-          Pero estás ignorando lo más importante de todo. Ella quiere creerte, tienes su predisposición. Seguirá a tu lado si tú no la cagas con una nueva mentira.

No respondió. Meditó en silencio sobre lo que su amigo acababa de decir y se dio cuenta de lo mucho que se parecía a lo que le había dicho Paty por teléfono: “No vuelvas a cagarla y ella volverá junto a ti”. Dejó vagar su mirada por el paisaje marino. El día estaba despejado y el mar brillaba con los reflejos del sol. Casi no había viento, por lo que el agua se mantenía en calma, sin apenas ondulaciones ni movimiento. Tendría que volver a hablar con Lucía. Había omitido deliberadamente el detalle de que ese trabajo era para toda la vida, pero ahora sabía que debía contárselo cuanto antes. En los pocos meses que llevaba en La Compañía había oído muchos rumores sobre agentes que trataban de dejar sus obligaciones y desaparecían misteriosamente, o sufrían accidentes con el coche cuando volvían a casa del supermercado. Miguel le había dado a entender que esa información contenía parte de verdad, pero que tampoco era cierta por completo. Era preferible que nadie dejara La Compañía, sí, manejaban mucha información delicada y cualquier agente “liberado” podía sufrir la tentación de lucrarse con esos datos. También era verdad que algunos agentes habían intentado retirarse de malas maneras y habían sufrido las consecuencias de intentar amenazar a La Compañía. Sin embargo, no era lo habitual. Según Miguel, los trabajadores retirados desaparecían por voluntad propia. Tras años de dedicación a una vida poco convencional, la mayoría prefería mudarse a lugares donde nadie los conociera, rompiendo todos los lazos existentes con su modo de vida anterior.

-          ¿Por qué no la invitas a conocer La Compañía? Que vea nuestro trabajo. – Pablo empezó a negar con la cabeza, pero Miguel no se dio por aludido. – Quizás cuando nos conozca desde dentro cambia de opinión respecto a lo de respetar la privacidad, como tú dices. Y te entenderá mejor. Tú no tendrás que explicarle nada porque ella ya lo habrá visto de primera mano y, quién sabe, puede que incluso se anime a trabajar con nosotros.
-          No – negó Pablo endureciendo el rostro.
-          No, ¿qué?
-          No trabajará con nosotros.
¿Por qué no? Sería la manera más fácil de ahorrarte mentiras y excusas, a ambos bandos. No puedes ocultarla para siempre. Y creo que no existe ninguna norma de empresa que te prohíba mantener relaciones con los compañeros de trabajo – bromeó Miguel.

martes, 16 de septiembre de 2014

#NoAlTorodelaVega

Hoy, 16 de septiembre de 2014, en una época en la que se nos presupone civilizados, un pueblo ha vuelto varios siglos atrás (dejando atrás la Edad Media con creces) y perseguido, lanceado y torturado hasta la muerte a un animal para el disfrute de una panda de cavernícolas que jaleaban el evento y lo defienden calificándolo de "tradición".

Por cruel que este hecho ya de por sí sea, todavía puede empeorar. Y mira que es difícil. Se puede defender lo indefendible alegando como el Ayuntamiento de Tordesillas que "el animal no sufre, es parte de la fiesta, no la víctima. Encontrar la belleza en lugares insospechados, ésa es la clave". Y agarraos que no se detiene ahí: "Las endorfinas y bilirrubina hacen que el toro solo disfrute de la fiesta. Está demostrado científicamente". Olé. Con dos huevos y menos veinticinco de masa cerebral.

No sé de qué me extraño, ya que son bestias, ni razonan ni sienten como nosotros, luego está el pobre toro que tiene que sufrir a estos seres. Seres anclados en el medievo, en una tradición que enorgullece a unos desgraciados y asquea al resto de la humanidad. Por favor, si vamos a elegir la Edad Media como época en la que vivir, vamos a hacerlo con todas las consecuencias. Decapitaciones en la plaza del pueblo al estilo revolución francesa y si miramos unos años atrás, lucha de gladiadores a muerte en los circos. O incluso podemos crear nuevas tradiciones. Por ejemplo, en mi casa es tradición gritar un "OLÉ" muy fuerte cuando un toro cornea a un tipo con traje de luces, os la podemos prestar al resto de la sociedad. Y si esa no os gusta se me ocurra otra genial, lanzar desde el campanario del pueblo a los lanceros de Tordesillas, ¿qué os parece?

"Es que no se puede comparar a las personas con los animales". Han apedreado a una muchacha que se manifestaba contra esta barbarie. Parece ser que ni siquiera tienen suficiente materia gris para distinguir a una muchacha de un morlaco. O es que es hora de asumir ya que son unos sádicos salidos de las entrañas del infierno que se creen con el derecho divino de hacer lo que quieran con la vida del resto de seres que les rodean. Y ese tipo de personas merece sufrir en su propia piel el sufrimiento que ellos infligen al resto. "Respeta mis tradiciones" dicen. ¿Se puede respetar un sacrificio de una persona a un Dios? ¿Una ablación? ¿La quema de mujeres en la hoguera? ¿El esclavismo? Todas fueron tradiciones, pero hay algo que los seres humanos hacen de vez en cuando: EVOLUCIONAR. No puedo respetar a Atapuerc... Tordesillas. No puedo.

No espero que los lanceros entiendan algo, ni siquiera espero razonar con ellos alguna vez (seamos coherentes, no se puede razonar con gente con estiércol por cerebro). Sin embargo, espero que el resto de la sociedad se lo plantee de esta manera: ¿cómo le explicarías esta "tradición" a un niño?

PD: Gracias a Sarita Lastre por plantearme esta duda: ¿en Tordesillas cómo eligen al tonto del pueblo? Porque la competencia es altísima.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Haz deporte, pero ponte guapa

Por favor, mirad la siguiente imagen y decidme si soy la única a la que le parece indignante. Quizás sí. Quizás me estoy volviendo una de esas feminazis locas que creen que todo tiene como objetivo degradar a la mujer como persona.

No, no van desnudas. Solo tienen el maillot color carne en la zona de la barriga y genitales. Casi ná. Se trata del equipo IDRD de Bogotá. Algunos equipos deportivos son famosos por sus logros, otros por sus esfuerzos y otros tienen que buscar otra manera de llamar la atención. Está claro a qué grupo pertenece este ¿no? 

Supongo que es que soy una exagerada, que estoy sacando de contexto una campaña publicitaria sugestiva. O supongo que mi cabeza lleva 25 años viendo alguna que otra carrera del Tour, el Giro y la Vuelta y nunca he visto a ningún equipo masculino luciendo unos falsos pectorales o haciendo como que enseñan el rabo. Y es que siempre volvemos a lo mismo. No sería una campaña tan indignante si la sección masculina hubiera tenido que soportar el mismo trato (bueno, obviando el tema de sexualizar el deporte...), pero no, el equipo masculino lleva el maillot tradicional. Nada de enseñar carne.

Está claro que lo de ser un trozo de carne para el uso y disfrute del otro género es solo para las mujeres. Sigo siendo una exagerada, ¿verdad? Tampoco es una situación nueva. Es algo que ha pasado en más deportes (¿en todos?) y que seguirá pasando. Un ejemplo muy claro es el voley playa. la diferencia entre las equipaciones masculina y femenina son más que visibles. 

Los hombres van tapaditos, con sus pantalones cortes y sus camisetas de tirantas, mientras que las mujeres van en bragas y un top. En las siguientes imágenes se ve más aún. 

Pero, claro, es que soy una exagerada. Es que no tiene nada que ver que sean las mujeres siempre las expuestas, las que tengan que enseñar su cuerpo además de demostrar su valía en el deporte. Por cierto, al poner voley playa femenino me ha costado encontrar una foto que fuera de las chicas de frente y no sus culos, en cambio con el masculino solo he visto UNA en la que hayan salido sin camiseta, ninguna de culo, obviamente. 

Pero bueno, los que hacéis deporte, corréis por la playa, o salís con la bici, o cualquier cosa así, ¿alguna vez habéis tenido que escuchar un piropo o un comentario mientras? Pocos ¿no? O ninguno. Ahora, las chicas, correr por la playa, salir con la bici o incluso pasear con el perro genera casi de forma automática mínimo un comentario respecto a nuestro físico. OJO, que no estoy diciendo que sean comentarios desagradables ni maleducados, pero no tengo porque aguantar un "esa niña guapa haciendo deporte" de un tío sentado en un banco mientras yo paso por al lado intentando correr (y recalco el intentando porque en aquel momento estaba luchando por respirar), ni un "cómo me gustan las deportistas" esta mañana dicho por un cincuentón montado en bicicleta al pasar por mi lado. 

No son comentarios soeces, y lo más fácil es pasar de ellos, el problema es que los tíos podéis hacer deporte sin tener que aguantar esos comentarios y las tías no. Porque ya, las miradas que te hacen sentir incómoda (sí, amigos, algunas nos sentimos incómodas cuando miráis tan fijamente, habrá chicas que no, pero como no podéis saberlo lo ideal sería que os cortarais UN POQUITO) mejor ni hablamos. 

Y si ya respondes borde... Encima es que eres una desagradecida. No, cariño, hay momentos y momentos para echar un piropo y, aún así, en caso de que aciertes,  no tengo porque darte las gracias por fijarte en mí. No necesito tu aprobación, a pesar de que el machito por excelencia crea que una mujer necesita ser halagada por su físico para sentirse completa. 


jueves, 11 de septiembre de 2014

Novela en construcción. Fragmento C8.

Intentó mantener la calma y no dejar entrever el desasosiego que empezaba a poseerla, pero mientras Valeria relataba cómo había intentado hablar con él y solo había conseguido acabar con un buen dolor de cabeza, Lucía ya tenía la mente puesta en cómo salir de esa situación sin implicar más a su amiga. Quizás lo más fácil era explicarle cómo funcionaba esa banda y ella misma, pero eso era crear algo impredecible. No sabía si eso frenaría a Valeria o solo le daría más alas y la colocaría a ella en una posición de primera línea de fuego.

Klaus Augenthaler, así se llamaba el engominado, y fue lo único que Lucía retuvo de todos los datos que Valeria le fue dando. No escuchó nada sobre la coincidencia de fechas, ni sobre sus muchos viajes a los lugares donde casualmente vivían los chantajeados y, por supuesto, nada de los lacayos que le hacían el trabajo sucio. La vibración de su móvil sobre la mesa la devolvió a la cafetería. La periodista levantó la vista de sus papeles y miró extrañada el teléfono, estaba tan ensimismada con su explicación que la interrupción le había parecido insólita.

-          -  Es Paty – dijo Lucía disculpándose con la mirada. – Para que comamos juntas por aquí. ¿Te apuntas?

Valeria negó con la cabeza. Le caía bien Paty, pero era demasiado enérgica para su estilo, y esa mañana estaba demasiado emocionada con los acontecimientos del día como para añadir más explosión de hormonas a su vida. Había tenido la impresión de que Lucía se distraía mientras hablaba, pero ahora su amiga la miraba fijamente y casi podía ver cómo su cerebro no dejaba de pensar y pensar.

-          -  ¿Me has seguido hasta ahora? ¿Lo entiendes? – Lucía asintió despacio, en un gesto que Valeria interpretó como preocupación. – Ahora te voy a enseñar lo que recibí esta mañana.

Dentro de la carpeta azul, bajo unas cuantas hojas en blanco, había un sobre marrón. Lo extrajo con delicadeza, como si temiera que se pudiera desintegrar en sus manos. Lucía nunca había visto una ficha policial, pero suponía que se parecía bastante a lo que su amiga le pasaba en ese instante, salvo por la ausencia de fotos. Quienquiera que fuera el emisor de ese extraño paquete había estado siguiendo la pista de dos hombres a los que relacionaba con diferentes casos de robo de información. Nada sólido, ninguna prueba contundente, pero para alguien como Valeria que llevaba tiempo con el tema, era  todo un descubrimiento. Dos nombres: Carlos Aroca y Álvaro Calderón, los hilos de los que tirar por los que clamaba la periodista. Y una pequeña anotación entre paréntesis al lado de cada uno de los nombres que hizo abrir los ojos como platos a Lucía: buscador.

Buscadores. Valeria advirtió como su amiga iba perdiendo el color del rostro hasta quedarse lívida, estaba negando esa intuición desde que empezó a leer los documentos, dispuesta a creer cualquier cosa antes que la verdad, pero ya no podía negarlo más. Tenía que aceptar que Valeria estaba investigando la misma organización para la que Pablo ahora trabajaba: La Compañía.

-         -  Lu, ¿te encuentras bien? Has perdido el color.
-          - Sí, sí, no te preocupes.
-          - ¿Quieres que te traiga un vaso de agua o un refresco? Realmente tienes mala cara- insistió Valeria preocupada.

Lucía se escudó tras un largo sorbo de café mientras su amiga la analizaba minuciosamente con la mirada. Tenía que tomar una decisión y tenía que hacerlo rápido. No sabía qué consecuencias, ni hasta donde podían llegar estas, tendría que le contara lo que ella sabía sobre La Compañía y su manera de trabajar, aunque sí tenía claro que era exponer a Pablo. Además, implicaba tener que abrirle los ojos a una nueva realidad. Una realidad que se salía de la lógica convencional y, para alguien tan pragmática como Valeria, sería frustrante. Sin embargo, tampoco podía parar ya. Tanto si ayudaba a la periodista como si no, Lucía necesitaba saber mucho más. Tenía que hablar con Pablo inmediatamente.

-          - ¿Confías en mí? – preguntó sin más preámbulos, mirando fijamente a los ojos de su amiga.
-          - Sé que es una pregunta trampa – respondió Valeria revolviéndose incómoda en su asiento, - pero deduzco que una negativa a estas alturas no tiene sentido. Confío en ti. ¿Qué ocurre?
-          -Puedo contarte algunas cosas sobre el tema, pero antes tengo que hablar con alguien.
-          - ¿Sabes algo? ¿Tienes que pedir permiso? – inquirió rápidamente la segunda pregunta frunciendo el ceño.
-          - No, pero es un tema complicado. De explicar y de entender. ¿Puedo llamarte más tarde?
-          - ¿Y te vas a ir así? ¿Sin más? – Lucía apuraba su café, intentando aguantar el semblante. Su pregunta era retórica, no esperaba permiso para marcharse de allí, pero Valeria no parecía dispuesta a dejarla. - ¿A quién estás protegiendo?

Casi se atraganta con el café al escuchar la pregunta. Desvió la mirada hacia su móvil, buscando una salida mágica a aquella situación.

-          - ¿Se trata de Pablo, verdad? – Lucía tragó saliva antes de mirar a su amiga a la cara, dispuesta a mentir con total descaro. – No trates de ocultarlo. Has puesto esa mirada.
-          - ¿Qué mirada?
-          - La de estar dispuesta a interponerte entre un tren a toda mecha y él. La misma que tenías cuando estabais juntos – Valeria esperó unos segundos. - ¿Cuándo has vuelto con él?
-          - Ese no es el tema, Vale.
-          - ¡La leche que te parió, Lu! Ese es precisamente el tema. Siempre lo ha sido.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La culpa es de ellas, siempre es de ellas

Supongo que ya estaréis todos enterados sobre la "filtración" (personalmente prefiero llamarlo robo y posterior exposición) de las fotos íntimas de algunas famosas. Las que más han sonado han sido Jennifer Lawrence ("la de los juegos del hambre, pá los colegas), y la modelo Kate Upton. Pero también había fotos de Kirsten Dunst, Selena Gómez, Lea Michele, Rihanna, Mary Kate Olsen, Mary Elizabeth Winstead... La lista es gigantesca.

Es indignante, fueron tomadas en la privacidad de sus hogares, con gente de confianza, tal y cual Pascual...Sí, todo eso es cierto. Aunque a mí lo que me parece fuerte del asunto es hacia donde están apuntando algunos en su búsqueda de culpables.

Supongo que la sucesión lógica de pensamiento te lleva en primer lugar a iCloud, la nube de Apple. A estos servicios se les presupone cierta calidad en su seguridad y su vigilancia en la privacidad de los archivos confiados. De hecho, fue la reacción de Kirsten Dunst. Apple descartó el fallo al poco y alegó que "tras más de 40 horas de investigación" las cuentas comprometidas se debieron a nombres de usuario, contraseñas y preguntas de seguridad muy débiles y obvias.

No es la primera vez que pasa algo así. En 2012 (creo que algo antes) se publicaron unas fotos de Scarlett Johansson también robadas de su móvil. Supongo que es más fácil decir que las famosas son un poco lerdas y TODAS ELLAS (entre 60 y 100) no tienen cerebro suficiente para tener una contraseña medianamente segura. Claro, es mucho más lógico averiguar todas esas contraseñas que encontrar UN fallo de seguridad y a partir de ahí colarte. Sí.

Pero bueno, que Apple no iba a admitir su fallo era algo predecible. Lo que me indigna es que en vez de culpar al ladrón, porque esa es la palabra, ladrón, se les culpa a ellas. La culpa siempre es de ellas. Una persona famosa se hace unas fotos con un Iphone, y vetetúasaberporqué las fotos se suben a la nube. Y recalco el vetetúasaberporqué porque no siempre es voluntario. En muchos terminales es un acto automático, tal y como haces click la foto se sube a internet, no a un sitio público, pero internet al fin y al cabo con el consiguiente riesgo que eso tiene. Aunque la borres medio minuto después. Bien, estamos en que se ha hecho una foto y por alguna razón esa foto se sube a Icloud. Una foto privada, en la intimidad, y destinada a novio/marido/amigo/rollo, no al público. Alguien descubre un fallo en la seguridad de este sistema, roba las fotos, las distribuye (posiblemente sacándose algún beneficio económico), media población de las redes sociales son tan imbéciles (lo siento, no hay otra palabra) que la retuitean/comparten elevando el daño y la repercursión de la foto, y la culpa es de ellas. Por hacerse las fotos.

Entiendo la curiosidad, entiendo que se busque la foto cuando ya es noticia que rulan por ahí. No entiendo que se distribuya. Y lo que no entiendo ni de lejos es el "argumento" (llamar argumento a la burrada me parece insultante...) de "que no se hubiera hecho la foto".

A ver, si tú dejas la bicicleta en la terraza de tu casa y alguien entra de noche y te la roba ¿de quién es la culpa? ¿Tuya por tener bicicleta, de tu terraza por tener un fallo de seguridad o del ladrón que se la lleva? ¿Por qué en estos casos tenéis la respuesta tan clara y en el otro, que es exactamente igual, no? Si me violan por ir por la calle con tacones ¿es mi culpa por ser mujer o por tener un fallo de seguridad y no llevar siempre deportivas? ¿No será del cavernícola que se cree con derecho sobre el cuerpo de la mujer? Pues parece que no, que la culpa es de ellas. Siempre es de ellas. Por tener culo, por tener tetas y por hacer con su cuerpo lo que les da la gana en la intimidad.

La estupidez es una asociación internacional.