miércoles, 7 de mayo de 2014

Las velas blancas de Tristán

Supongo que la mayoría conocéis la leyenda de Tristán e Isolda. O quizás no. Soy un poco friki con este tipo de historias y doy por supuesto, más veces de las que debería, que son de dominio común. Para los que no la conocéis, os la resumo un poco (mucho).

Tristán, era un valiente caballero del rey (¿Marcos? No lo recuerdo), y tras pelear en batallas y todo ese blablabla de matar dragones por princesas conoce a Isolda la Blonda. Una princesa, por supuesto y como en todos los cuentos, preciosa. La historia empieza regular porque Tristán había matado sin saberlo a su prometido y bueno, he dicho que me iba a ahorrar detalles así que para resumir, se enamoran. Sin embargo, Tristán se la lleva en el barco para que se case con su rey. Están enamorados en plan "intensitos", así que tienen una aventura a la espaldas del rey. Tiempo de amantes, aventuras y desventuras en las que son descubiertos, desterrados, devueltos al reino y, volviendo a resumir muchísimo, ella perdonada y él acabó desterrado en solitario.

Tristán se marcha y tras mendigar un puesto como caballero por diferentes reinos y vivir alejado de Isolda durante años, finalmente conoce a otra dama con la que se casa. A los pocos meses de casarse, cae enfermo (envenenado en batalla si no recuerdo mal) y sabiendo que va a morir, pide ver por última vez a Isolda, su primer (y único, no nos engañemos, la dama era un segundo plato simplón) amor. El hermano de la dama, que conoce la historia, accede a ir a buscarla y le dice antes de marchar que si la convence de visitarlo, al volver traerá velas blancas en el barco, pero que si vuelve solo sin Isolda, las velas serán negras. Así, si las velas son blancas, Tristán aguantaría un poco de más tiempo, lo suficiente para despedirse de ella.

Cuando los barcos volvían, la nueva mujer esperaba en la ventana, conociendo ya la historia y, lógicamente, rabiosa de celos. Cuando vi aparecer en el horizonte los barcos, y vio que las velas eran blancas, mintió. Le dijo a Tristán que los barcos volvían con velas negras y él, agotado por el veneno, se dejaba morir pensando que Isolda ya no le amaba. Isolda llegaba tarde para despedirse, sin saber que había aguantado el mismo tiempo que la esperanza de volver a verla le duró y, tumbándose a su lado, moría de pena ella también.

"El medio es el mensaje", que nos dirían en la facultad de comunicación. ¿Y qué quiere decir? Que el contenido debe ser importante, pero por suerte o por desgracia, el envoltorio también lo es. Referente a todo: al físico, a los modales, a la primera impresión, a la forma de expresarse... Lo importante de la historia era que Isolda volvía en el barco, pero (aunque fuera por un engaño celoso) la impresión de las velas negras fue lo que determinó el final de la historia.

"No tendrás una segunda oportunidad para dejar una primera impresión". Y si esa primera impresión es mala... lo tendrás muy difícil para cambiar la imagen que se han llevado de ti. Dejar una buena impresión y luego acabar mal es más fácil que dejar una mala y salir airoso. Y cuesta mucho más tiempo arreglarlo. No voy a decir lo de siempre. No voy a decir que es importante cuidar aspecto y formas en según qué situaciones, creo que cada uno debe mostrarse como más le apetezca, cuidando siempre algunos puntos. Si nos lo proponemos todos podemos cambiar, presentar un aspecto idílico en según qué situaciones, pero si cambiásemos constantemente por los demás, cometeríamos un error. Querría decir que no somos la persona que buscan, que no somos la adecuada, estaríamos fingiendo ser otras. Voy a mirar desde el otro lado, desde el lado que observa esa primera impresión.

Somos animales racionales, la mayoría de las veces, pero en estos casos, muchas veces la intuición es poderosa. Y sabia, sin dudas. Si confías en tu instinto, puede que hagas el ridículo, pero eso es todo. Sin embargo, a veces deberíamos mirar las velas más minuciosamente antes de decidir si son negras o blancas, porque la paleta de colores es infinita y las personas somos algo más complejas que un trozo de tela.

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