lunes, 6 de abril de 2015

Yo la tengo más grande

La pena. Me refiero a la pena. También había pensado titular como "la novia en la boda y el muerto en el entierro", pero eso es sobre un afán de protagonismo sobre todos los temas, y yo quiero concretar en las "víctimas". O, al menos, los que disfrutan siéndolo. Así que me quedaban dos opciones, la famosa frase de "yo he sufrido más que tú", que no me convencía porque no siempre se dice igual y nunca tan directa, y la que al final ha sido elegida. Por razones obvias. Porque mola.

Hay gente que se toma los malos momentos, las tristezas, como una competición. Además una competición absurda, de las que yo llamo "a ver quién mea más lejos". Esta clase de gente es incapaz de escuchar sobre una desgracia o pena ajena sin meter su puntillita sobre lo mal que también lo pasó ella en alguna ocasión. Esta gente llega hasta situaciones tan absurdas como estar en un velatorio de alguien que ha muerto de cáncer y decir que bueno, que ella está muy mala con la gripe, pero que hasta así ha hecho el esfuerzo de ir... Y os juro que esto es verídico. Si tú estás con gripe, ella te cuenta la neumonía que una vez pasó su primo.
Porque no siempre tienen una historia para comparar con la tuya, pero en esos casos tiran de amigos y familiares y te cuentan la pena ajena como si fuera suya y, además, superior siempre a la tuya. Esa clase de gente que te ve cojear y te pregunta qué te ha ocurrido, no porque le interese realmente si es el menisco o el músculo lo que te duele, sino para aprovechar el tirón y contarte aquella vez en la que bajando un escalón creyó que se había torcido el tobillo aunque, oye, al final solo fue un susto. Si tú estás con dolor de cabeza, a ella le duele la espalda tanto que no ha podido ni dormir. Si tú tienes dolor de estómago, él tiene desde hace días un dolor en el pecho que le molesta al respirar. Vamos, que si tu cuentas que has ido a donar sangre, ellos te sueltan que les ha mordido un vampiro.

En los casos que estas dolencias sean reales, y no digo que siempre sean mentiras o al menos exageradas, las han contado taaaaaantas veces, las han sacado a la luz en tantas ocasiones, que han perdido brillo. Es como si una pena se desgastara cuanto más hables de ella. No digo que todos tengáis que guardarlas como si fueran tesoros, pero sí que cuanto más la exteriorizas, menos pesada se vuelve en el pecho. Los extrovertidos, que echan fuera el lastre de sus emociones, tienen menor riesgo de enloquecer que los introvertidos, que nos quedamos para nosotros mismos las toxinas emotivas con las que acabamos envenenándonos por no saber, o no querer, eliminarlas. Y esto no significa que suframos menos que los que las airean, simplemente es que no las contamos. Por no querer, por no poder, por no saber.

Así que cuando me vienen con el "yo he sufrido más", prefiero el silencio. Cuando me dicen lo de "qué vas a saber tú de dolor con 25 años", prefiero el silencio, sabré lo que sepa, pero desde luego, esa clase de actitudes no son las que te invitan a contar este tipo de cosas. Prefiero dejar que meen más lejos que yo. Porque una persona que disfruta enseñando sus cicatrices, no es alguien a quien yo quiera mostrarle las mías. Una persona que exhibe sus cicatrices sin otro afán que el de conseguir protagonismo (otro caso sería que habláramos de fines educativos o de consejo), es alguien que tiene unas cicatrices muy superficiales. Nadie usa una pena real, profunda y dolorosa para ser la novia de la boda. El dolor pertenece a quien lo experimenta y no hay palabra que baste para explicarlo.

Así que, en mi caso, si quieres decir que la tienes más grande, enhorabuena.


2 comentarios:

  1. Dior, qué horrible, es cierto y lo has explicado tal cual. Y lo peor es que DA IGUAL lo que digas o hagas, la actitud de esa persona no cambia.
    "Nadie usa una pena resl para ser la novia de la boda" muy bueno.
    Un saludo.

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  2. Gracias! Me "alegro" al ver que no era solo una percepción mía del mundo :-)

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