lunes, 9 de junio de 2014

La gran pardilla

Imaginen la situación: 18 o 19 añitos, acabas de terminar bachillerato y llegas a la universidad con toda la ilusión de los novatos. Primer día de clase (bueno, en mi caso no fue el primer día que porque el primer día me perdí al llegar, era la primera vez que iba en coche, confundí las calles y... no viene al caso), entra el que esperas sea el profesor que por fin te enseñé cosas útiles para tu futura profesión y... "Si alguna vez lográis trabajar en un periódico, debéis saber que lo que escribáis hoy servirá para liar pescado mañana". Yuhu.

La frase es para enmarcarla. Empezando por esa duda implícita sobre encontrar trabajo y terminando con ese "no os creáis importantes". Pero, oye, eres joven e inocente y "jijijaja que profesor más cachondo, lo hace para acojonarnos". Van pasando los días y las semanas y ves que, sí, muchos conocimientos nuevos, muchas teorías, pero pocos prácticos, de utilidad real para el trabajo que se supone desempeñarás en el futuro. Llegan las largas horas de clase de profesores tediosos nacidos en la época precámbrica que se niegan a usar tecnologías más avanzadas a un bolígrafo, las horas en las que algunos docentes se dedican a leer de carrerilla lo escrito en los apuntes (estos han sido los peores, con diferencia. Sientes como insultan tu inteligencia presuponiendo que tú solo no podrías leerlo) y las mil y unas frases oídas en congresos, charlas, y demás reuniones del estilo: "a trabajar se aprende practicando, no en un aula" o "no sé, sinceramente, qué hacéis aquí, hace diez años tenía sentido tener una carrera, hoy no", o "espero que sepáis servir las hamburguesas" y la mejor de todas, "tener un título no te convierte en periodista/médico/arquitecto/profesor".

No me voy a detener en esos profesores que creen que su asignatura es lo único que tienes en tu vida y luego tardan un mes en corregir un examen. Pero todavía falta lo mejor por venir. Trabajar gratis. Porque, oye, así "practicas y vas cogiendo experiencia". Si tienes una profesión tipo fotógrafo, publicista, periodista... estás perdido. Escucharás el "así te vas dando a conocer, haciéndote un nombre". Ah, ya entiendo, que me estás haciendo un favor quedándote con mi trabajo GRATIS ¿no? Y es que hay ciertas profesiones que el mundo cree que cualquiera puede desempeñar. Todos tenemos cámaras así que cualquiera puede ser fotógrafo. Todos sabemos juntar letras así que cualquiera puede ser periodista. Todos tenemos ideas (al menos de vez en cuando) así que cualquiera puede ser publicista. En esta situación, ¿para qué pagar por estos trabajos?

Así que aquí me ven, la gran pardilla. Trabajando gratis. Invirtiendo horas y esfuerzo en crónicas, ruedas de prensa, previas, directos, reportajes, entrevistas... para que salga mi nombre en un lugar que nadie, salvo los que están en mi misma situación, mirará. Y si protestas es porque "eres una mercenaria que solo quiere dinero y no haces esto porque te guste el trabajo". No, señores míos, me encanta este trabajo. Lo que no me gusta es que esa sea la excusa para que me tomen por gilipollas y se aprovechen de mí. No puedo pagarme un alquiler diciendo: ¡Eh, pero mire ahí, señor casero, sale mi nombre!

1 comentario:

  1. toda la razón, yo también me encontré con ese profesor, que tampoco sabia que hacíamos allí, entonces me reí, ahora ya no me hace tanta gracia

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