martes, 16 de diciembre de 2014

Novela en construcción. Fragmento C9

Lucía le pidió a su amiga que volviera a explicar lo que ya habían hablado antes en la cafetería, y Valeria se afanó en detallar todos los apuntes de sus papeles. A Pablo le fue cambiando el semblante según la chica avanzaba en su relato. No podía creerse que Valeria hubiera conseguido esa información. Tenía más de lo que ella misma alcanzaba a comprender, “por suerte para mí”, pensó el chico.  Aparte de conocer a los integrantes, solo le faltaba saber cómo actuaban, cuál era su herramienta. Algo que, evidentemente, quedaba fuera del alcance de su razonamiento lógico. Cuando terminó de hablar, Valeria suspiró y miró alternativamente a Pablo, sentado en la cama, y Lucía, que había permanecido de pie todo el rato sin retirar la vista del chico, esperando respuestas dedujo Valeria.

-          Bueno, ¿qué? – dijo finalmente viendo que no comentaban  nada. - ¿Vais a dejarme así? ¿Quién empieza?

Los aludidos se miraron fijamente durante unos instantes, hasta que Lucía asintió de manera casi imperceptible, consciente de la situación tan poco habitual que se les venía encima. Pablo se levantó y caminó hasta la ventana. Se detuvo allí unos segundos, con la cabeza apoyada sobre el cristal, pensando cómo podría dejar a todas las partes implicadas más o menos satisfechas. No dejaba de preguntarse hasta qué punto podía confiar en la amiga de Lucía.

-          Tienes que abandonar el reportaje – sentenció al cabo de un rato.
-          Ni hablar – replicó de inmediato. – Llevo demasiado tiempo invertido en esto, muchas noches en vela intentando conectar ideas. Y ahora que estoy cerca de saber la verdad, tú me pides que lo deje. Eso solo aumenta mi interés por la historia.
-          ¿Qué te interesa, Valeria? ¿Conocer la historia, saber la verdad o más bien quieres reconocimiento por tu trabajo? ¿Sueñas con el Pulitzer? – Valeria miró confusa al chico, sin entender el ataque. – Te ofreceré un trato, dos opciones. Opción A, te contaré cómo operan tus chicos malos, no te diré nada acerca de quiénes son, pero te aseguro que quedarás… impactada. La historia mere
ce la pena. La condición es que no publicarás nada, abandonarás el tema en cuanto salgas por la puerta.
-          ¿Y la segunda opción?
-          Seguirás con tu reportaje sin sacarme una sola palabra.
-          O sea, que tengo que elegir entre seguir dándome de bruces contra la pared  y publicar, o saber la historia para callarme y fingir que no sé nada.
-          Es una buena manera de resumirlo.

Valeria miró a Lucía, buscando su apoyo, pero se encontró con la mirada esquiva de su amiga. No podía o no quería ayudarla. Apenas gastó tiempo en pensar sobre ello. Recogió sus papeles y su bolso, y tras una mirada cargada de reproche a Lucía, salió de la habitación  con pasos decididos. No estaba dispuesta a renunciar a esa historia que tanto le había costado, y menos ahora que tenía nuevos datos con los que ayudarse a continuar. Además había uno que le resultaba especialmente interesante: Pablo estaba implicado.
No es que Pablo no le cayese bien, pero no habían congeniado nunca demasiado. Le parecía inmaduro en muchos aspectos y, aunque sabía que quería y cuidaba a Lucía, pensaba con cierta frecuencia que no era el tipo adecuado para ella. No conseguía entender cómo podían llevar tanto tiempo juntos siendo tan diferentes. Y ahora esto, era la prueba irrefutable de que no la llevaría por buen camino.

Lucía había contemplado la escena desde un discreto segundo plano. Se había propuesto intervenir lo menos posible en la conversación y había conseguido no abrir la boca en todo el rato, aunque había sentido una gran tentación cuando Pablo puso a Valeria entre la espada y la pared. El muchacho había sobreestimado la curiosidad de la periodista y, aunque Lucía no tenía ganas de tener que explicar ni demostrar nada, en el fondo sabía que Pablo había cometido un error planteando esa encrucijada.

-          Eso no ha estado bien.
-          Lo sé, pero ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Contarle todo? ¿Y le hacemos también una demostración? En el improbable caso de que no pensase que le estamos gastando una broma pesada y nos creyera, ¿qué crees que haría? ¿Callarse y no contarlo todo? Y eso te incluye a ti, Lu.
-          Valeria no acepta un “no” por respuesta. Seguirá investigando. La posibilidad de que obtenga la información por otro lado sigue existiendo. La he traído porque no he podido deshacerme de ella. Esta mañana me contó lo de esa organización, y quise venir a avisarte en ese mismo momento. ¿Se trata de “La Compañía”, verdad? Estaba hablando de tu nuevo trabajo – Pablo volvió a dejarse caer sobre la cama y asintió con la cabeza. - ¿En qué estás metido, Pablo? ¿De qué son los golpes que tienes en el costado? ¿Qué has estado haciendo estos días que no me has llamado?
-          No quería que me vieras así – respondió señalándose el cuerpo en un gesto amplio. – Un coche me golpeó. Fue mala suerte.
-          ¿Ahora culpas a la suerte? ¿Me tomas por idiota? Dame una explicación que no sea para imbéciles, por favor. ¿Qué ha pasado?
-          Te está diciendo la verdad – interrumpió Miguel entrando de nuevo en la habitación. – Un coche le dio un besito. Y la suerte no solo fue mala porque podría haber sido mucho peor.
-          Te dije que esperaras un momento, Miguel.
Ya he esperado. Hasta que se ha ido la de los tacones enfurecida. No sé si quiero saber qué le habéis dicho o hecho. Ahora tenemos que hablar . Sobre ella – añadió señalando con la cabeza a Lucía.


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