sábado, 28 de febrero de 2015

Yo me siento andaluz porque...

He crecido escuchando que no sé hablar. Que no sé vocalizar. Que me como letras. Que no se me entiende. Como si el laísmo y el leísmo fuera un problema andaluz y no castellano/madrileño. Porque parece que es más grave decir "voy a mi caza" (casa) que "la regalé", que pobre de la chica a la que regalaste al primer desconocido. Como si un gallego cerrado sí se entendiera en comparación con un andaluz cerrado, cuando ninguno de los dos, hablando en español, son fáciles de entender. Que nos comemos letras como si el catalán, como idioma, no lo hiciera en tres de cada cuatro palabras españolas. Que debemos erradicar nuestro acento a la hora de salir en la televisión, pero que si sale un canario, un catalán o un valenciano no hay problema. Que está permitido cambiar las D finales por Z si eres de Madrid, pero no cecees, que es pecado mortal.

He crecido escuchando que soy vaga. Que no me gusta trabajar. Que prefiero pasar el día echada al sol. Como si los alemanes, esos incansables trabajadores, no llegaran en tropel a nuestras playas con esa misma idea. Como si los que os sirven las copas cuando llegáis de vacaciones fueran de Bilbao, y no trabajadores andaluces. Como si el aceite de oliva que consumís no hubiera sido trabajado en Jaén. Como si todos los productos del campo andaluz se criaran solos y no hubiera gente partiéndose el lomo. Como si no fueran andaluces los miles de trabajadores de los que Cataluña se ha nutrido por la emigración.

He crecido escuchando que me echo siestas después de comer que llegan hasta la cena. Como si la siesta más que deporte nacional fuera exclusiva de Andalucía. Como si gente de Salamanca no se levantara mirando el calendario en vez del reloj. Como si los de Burgos tuvieran prohibido echarse en el sofá en los días de frío.

He crecido escuchando que solo me interesa la fiesta. Que tengo más vacaciones que nadie. Que me paso el día con el vestido de flamenca bailando en la plaza. O gastándome los cuartos en un bar. De hecho, hace pocas semanas, un conocido gallego me soltó un "no compares Andalucía con Galicia porque tenéis más fiestas que cualquier otra comunidad". Claro, y más analfabetismo, pero en esta ocasión acabas de romper dos tópicos a la vez, has dejado patente tu ignorancia al no saber que POR LEY todas las comunidades autónomas de España tienen EXACTAMENTE los mismos días festivos. Otro tema es que lo celebramos con más ruido. Nuestros festivos se celebran a lo grande y los vuestros pasan sin pena ni gloria, vale, pero no implica que tengamos más. Todos encontrarían su vida mucho más interesante si dejaran de compararla con la de los demás.

He crecido escuchando que como alimentos que no existen. Que la chirimoya no existe. Que un sombra y un pitufo nunca pueden constituir un desayuno. Que el gazpacho fresquito en verano son términos contradictorios.

He crecido escuchando que tengo tradiciones de imbéciles. Que sacar a la Virgen a hombros es de cavernícolas. Que venerar a un Cautivo es propio de la Edad Media. Como si lanzar un pavo de un campanario fuera más civilizado. Como si quemar unas estatuas de madera y tirar petardos tuviera más sentido. Como si correr delante de unos toros fuera de gente muy lista. No. Los poco civilizados somos los del sur. Unas tradiciones sí valen, otras no. Y que conste que no todas las tradiciones movilizan a todos los ciudadanos del lugar, y para ejemplo, un botón, no me veréis compartiendo lágrimas por la no salida de un trono ni por las calles del centro esos días.

He crecido escuchando que soy una inculta. Que mi tierra es de pobreza lingüistica y cultural. Que anda carente de ideas. Federico García Lorca, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, Cánovas, los Machado, Velázquez, Murillo, Alberti, Picasso, Jorgue Manrique, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Vicente Aleixandre, Bécquer, Cernuda...

He crecido escuchando que vivo de las limosnas del resto de españoles. Que vivo en una comunidad que sobrevive por la bondad del resto, porque nos ayudan con sus impuestos, porque nos subvencionan las fiestas. Como si el País Vasco y Navarra no tuvieran sus ventajas forales. Como si otras Comunidades Autónomas no hubieran recibido nunca ningún tipo de beneficio. Ni una ayudita para que una empresa se emplazara en Barcelona y no en otro sitio. Ni colocar un parque temático en tal ciudad y no en aquella. No. He crecido escuchando que solo Andalucía necesita una mano amiga.

He crecido escuchando que me río de todo. Que tengo acento de chistes. Dicen que me burlo de todo y me río de todo, porque me burlo de ellos y me río de ellos, y ellos creen ser todo. Nos acusan de reír como si nos acusaran de algún mal terrible. Como si descartáramos bebés al estilo espartano. Como si tuviéramos que pasar la vida entre lágrimas y todo lo que no sea llorar fuera un pecado grave que atenta contra la salud del resto de habitantes del país. Como si reír implicara no conocer la realidad, que es para llorar sangre. Como si el humor y la curiosidad no fueran la más pura forma de inteligencia. Como si no fuéramos nosotros mismos nuestro blanco más común de bromas.

He crecido viendo como nos tachan de payasos. De sirvientes. De analfabetos. He crecido escuchando palos hacia mi tierra. Se hablara de lo que se hablara. Si hablaba el señor Artur Mas de la lengua catalana, caían palos por nuestra forma de hablar. Si hablaba el señor Camps de la corrupción en Valencia, caían palos porque los andaluces recibimos el PER (supongo que creerán que TODOS recibimos el PER cuando la realidad es que ni lo recibo, ni conozco a nadie que lo haga). Si hablaba Fraga del paro en Galicia, lo suyo era porque tenían una historia muy dura, pero mirad Andalucía que está así porque son unos vagos. Y esto va calando en la opinión pública hasta convertir la opinión pública en la peor de las opiniones.

Nuestro tiempo es limitado, de modo que dejemos de malgastarlo viviendo la vida como nos dicen que debemos vivirla. Viviendo la vida de alguien distinto. No debemos quedar atrapados en los comentarios que hemos escuchado desde siempre, en los comentarios de otros sobre cómo deberíamos vivir. Sin dejar que los ruidos de las opiniones de los demás acallen nuestra propia voz.

Vivo en el Olimpo que soñaron los dioses. Vivo en el puerto que soñaron los fenicios. En la tierra prometida. Así que felicidades a todos los que tenéis la misma suerte que yo. Feliz Día de Andalucía. Fortuna non ómnibus aeque. 

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