lunes, 19 de mayo de 2014

"Te conozco de Facebook"

Hace unos días hablaba de la importancia que damos a la imagen a la hora de una primera impresión, a la hora de juzgar a una persona (Las velas blancas de Tristán), hoy los tiros se acercan, pero me centro más en la gente que cree conocerte. Y la palabra clave es CREE.

Esto ha pasado desde siempre, desde que tengo uso de razón la gente siempre ha creído conocer a los de su alrededor y luego se han llevado sorpresas (y en la mayoría desagradables) por el comportamiento de otros. Sin embargo, desde hace unos años, esto se ha vuelto mucho peor. O eso me parece a mí. Y gran parte de culpa la tienen las redes sociales (en realidad, la culpa es toda y entera nuestra, pero hay que tener un desencadenante). Hay mucha gente que piensa que por ser tu "amigo" en Facebook, por seguirte en Twitter, tenerte en sus círculos en G+, ver tus fotos de Instagram o similares, te conoce.

Y hay verdaderos acosadores en estos lares ¿eh? Gente que te hace un seguimiento exhaustivo en todas y cada una de las redes en las que ha podido darte caza. Personalmente, un "me gusta" o un comentario en las publicaciones, o un RT o un fav, se agradece. A veces, hasta te hace ilusión, porque lo escribes o compartes pensando en alguien y ese alguien se da por aludido y te lo hace saber con uno de esos guiños. Pero no me refiero a esos casos, me refiero a los que son como moscas de verano pegadas a tu vida virtual. Y, para colmo, cuando los ves en persona, te lo señalan: "Pues el otro día escribiste que ..." o "Subiste una foto en...". Ya lo sé, es mi cuenta, sé lo que subo, gracias por el apunte. Cuando necesite un secretario personal, te lo haré saber. Ah, por cierto, no es obligatorio que me comentes cada publicación.


Curiosamente, estos acosadores suelen ser los que luego dan por sentado que te conocen. Imagino que asocian conocer la vida virtual de alguien con conocer la vida real. Y no. La red es pública, y lo que subas, ya sea en una red social u otra, tienes que asumir que será de conocimiento mundial. Por mucho que configures la privacidad y chorradas varias, la posibilidad de que acabe saliendo a la luz es tan alta que mejor que tengamos siempre presente que los secretos a la almohada mejor que al facebook. Así que, en general, a la red subes una parte de vida, la parte que te da igual que se conozca. No puedes reducir una persona a lo que cuelga en las redes.

Gracias a esta facilidad para acceder a ciertos datos sobre la gente, hemos dejado de preocuparnos en conocer DE VERDAD a las personas de nuestro alrededor. Y eso ha desencadenado en situaciones que, a mí personalmente, resultan bastante incómodas. Como que te clasifiquen de un modo equivocado. Ejemplo tonto, por no decir el real en el que estoy pensando: "¿Te has comprado una camiseta roja? ¿Tú? Pero si a ti te gusta el azul..."
Es muy tonto, lo sé, pero la situación fue parecida. A ver, querido acosador, me gusta el azul, y me gusta el rojo. Puedo llevar azul, y puedo llevar rojo. Y si estás dando por sentado que no me gusta el rojo es porque tooooodo este tiempo que has tenido para conocerme no te ha servido de nada, te has quedado en la superficie. En la genialidad de dar por sentado que lo sabes todo porque me agregaste a facebook. Retrasito grande. Todos llevamos máscara, y la del mundo virtual es la más engañosa de todas.

En mi caso personal, por ponerme un poco egocéntrica, soy una persona bastante reservada. Tengo actividad en las redes sociales, sí, pero realmente nada importante. Tengo gran parte de culpa en que mucha gente de mi alrededor no me conozca, porque hablo poco, y menos sobre lo que ronda mi cabeza. Mis ideas son mías, mis pensamientos son privados, y mi mundo interior me resulta la mayor parte del tiempo infinitamente más interesante que lo que me rodea, así que me resulta bastante difícil de explicarlo, y al resto de mortales, demasiado complicado de entender como para tomarme la molestia. Así que, en general, mis puertas están cerradas. Hacedme el favor de no juzgar, ni clasificar, ni dar por sentado cómo piensan los demás sin haberos tomado la verdadera molestia de intentar entenderlos. No vale con rascar en internet.

Y si no leéis entre mis líneas, o en mi forma de callar lo que me callo, es que todo este tiempo junto a mí no os sirvió de nada.

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