martes, 6 de mayo de 2014

Rosa de los vientos

Ayer me pareció ver a una profesora de inglés de hace muchos años saliendo de la biblioteca. Estaba lejos, demasiado como para acercarme a tiempo, y han pasado más de diez años de la última vez que la ví, pero aún así, estoy bastante convencida de que era ella. El encuentro me hizo pensar en lo mucho que me influyó esta chica en mi forma de ser. Y, al igual que ella, otros tantos profesores que han pasado por mi vida.

Quizás no valoramos lo suficiente el poder que los profesores tienen sobre nuestra forma de pensar, sobre todo cuando somos críos. Pasan con nosotros muchas horas de nuestra vida, y nos dedican atención intentando enseñarnos algo. Pero claro, cuando eres crío esas cosas no las ves. Las ves después, muchos años después, cuando echas la vista atrás (uy qué vieja me siento escribiendo esto... creo que me han salido tres canas en dos párrafos) y ves que tienes ciertos momentos grabados porque te marcaron.


Rosalía, la primera de la que tengo recuerdo. Qué jodidamente buena era como maestra. Salí de preescolar sabiendo leer (a ver, seamos razonables, leer Los pilares de la tierra no, pero sí el Micho) y no es algo que no le agradezca. Además, creo que mi madre me contó alguna vez que le debo a ella el NO cambiar de colegio en primaria. Así que otro punto a favor de esta señora. La cual por cierto tiene en su curriculum el tirarse a una piscina para sacar a un alumno de ella... con setenta y varios años.

Ana Benítez, la leona. Qué originales eramos con los motes... Tenia una melena curiosa la señora. Recuerdo que el primer año que me tocó con ella me inflé de llorar porque me habían quitado a "mi seño Asun", y ahora me daría bofetadas por ello. Si Rosalía me enseñó a leer, ella fue mi primera lectora. Le gustaba que escribiéramos cuentos y alguna historia corta de vez en cuando y aún recuerdo su cara cuando leyó "Zoura". Un cuento sobre un caballo salvaje que escribí aquel año, o todo lo que puede escribir alguien con 10 años... Me dijo que le había gustado mucho y que quería que siguiera escribiendo si me gustaba. Supongo que ese fue mi primer consejo tipo "coge la pluma". Lo mucho que puede influenciarte un comentario positivo de un profesor duro por naturaleza.

Loli y Álex. La perfecta imagen de los profesores sustitutos. Sin plaza, mendigando meses de escuela en escuela y a pesar de ello, dejándolo todo en cada alumno. Siempre cariñosos e ilusionados. Ella descubrió mi nulo arte para el dibujo y él mi falta de talento musical (creo que han sido mis dos peores asignaturas, obviando matemáticas...), y sin embargo, jamás desistieron ni me permitieron dejar de intentarlo. De Álex aprendí que, a veces, mostrar el enfado manteniendo el silencio es mucho más efectivo que dando voces.

Ellos fueron mi primera Rosa de los Vientos. Luego vinieron los de instituto, que a pesar de su mala fama no me dieron motivos para queja (al menos la mayoría), pero eso ya será otro día. Y luego los de universidad que, aunque son los que mejor valoración suelen tener, en mi caso salvaría a muy muy pocos. Pero lo dicho, otro día subimos de nivel. Hoy solo quería recordar un poco a estas guías que te cogen en tu más tierna infancia y te ayudan a ir haciendo camino. Con consejos, con elogios y, por qué no decirlo, con regañinas y castigos.

Ahora que lo miro desde el otro lado del ring, desde el de "la zeño"... Da miedo. Miedo saber que puedes influirles tanto con un "muy bien hecho" o con un "esto está mal". Que tu opinión sobre un tema puede ser su Rosa de los Vientos en un futuro.

"Lo pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es". - José Martí




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